Ahora que me envuelve la noche, ahora que siento el frío en
mi piel, que la sala se ha quedado sola, ahora que estoy sentada en este sillón
tan vacío sin ti, me doy cuenta de lo mucho que me haces falta. Tengo el
corazón dividido en dos. Un trocito siempre se queda conmigo. Es ese trocito
que te echa en falta, que te recuerda en cada caminar, que añora tus miradas,
tu risa, tu pelo, tus besos. El otro trocito siempre se va contigo, para que
sepas que estoy a tu lado, cada mañana cuando te levantes, cada vez que pienses
en mí, para que te llegue mi risa cada vez que pienses que no puedes más. Llegaste
a mi vida justo en el momento que pensaba que el mundo se me derrumbaba. Allí
estabas tú sujetándome a mí y a todo mi mundo, por muy imperfecto que fuera,
por muchos problemas que tuviera. Llegaste y me hiciste sonreír de una manera que
nunca nadie lo había hecho, y en ese momento reviví. Has creído en mí, me has
secado lágrimas, has reído conmigo, has hecho de mí un ser mejor. No sabes el bien que me haces, no sabes lo
que significa para mí tenerte a mi lado, que seas mi compañero de viaje rumbo a
un destino que no sabemos dónde nos llevará. Pero no me importa, porque si es
contigo me da igual dónde nos lleve. Como dice la canción “ yo no te dejo
marchar, porque sin ti me muero de frío” Eres y serás aquella luz al final del
túnel. Todo por lo que sonrío. Gracias
por estar en cada paso que doy.
Contigo siempre Rdy.
Julia Jiménez
@destinotupiel